Editorial

Retorno al origen

Juan Oribe Stemmer


Una proporción del movimiento de contenedores y de cargas por el Puerto de Montevideo consiste en cargas que se originan y tienen su destino final en puertos de terceros países. El puerto actúa como un concentrador de cargas: recibe esos embarques, los almacena y los transfiere a los buques portacontenedores de gran capacidad de carga, que lo comunican con los puertos de ultramar. Es un desarrollo reciente, pero que, en cierta forma, retorna al Puerto de Montevideo el papel que tuvo en sus primeras décadas de existencia.

El concepto de puerto involucra tres elementos: primero, un paraje más o menos abrigado en la costa, ya sea debido al terreno o como resultado de la acción humana, adonde acuden los buques y en donde tienen lugar de manera permanente actividades vinculadas al transporte por agua, la pesca o cualquier otra actividad marítima. El Puerto de Montevideo nació prácticamente con la ciudad, en diciembre de 1726, cuando, según algunos autores, culminó el proceso fundacional de San Felipe y Santiago. Antes solamente existía una bahía que suministraba un refugio seguro para los buques que remontaban el Río de la Plata o que emprendían el retorno a ultramar.

Puede sostenerse que la ciudad fue fundada porque la Bahía de Montevideo ofrecía el único puerto natural relativamente seguro en el Río de la Plata. Pero una vez establecida la ciudad, la Corona española se tomó su tiempo para sacar provecho de aquellas ventajas naturales. Aunque cuando lo hizo, en la segunda mitad del siglo XVIII, fue con entusiasmo.

El resultado fue que el Puerto de Montevideo se convirtió en el Apostadero, el lugar de arribo de los buques mercantes de ultramar, de los paquebotes del correo y de los barcos dedicados al tráfico de esclavos para toda la región. El resultado fue la "guerra de puertos" que tanto influyó sobre nuestra historia.

Montevideo retuvo ese papel de eje regional después del período de las guerras de la independencia, hasta el año 1860- 1870. Desde entonces, la introducción de la navegación a vapor, la construcción de los canales de navegación en el Río y las importantes obras portuarias emprendidas por la República Argentina, cambiaron el escenario y el Puerto de Montevideo se dedicó casi exclusivamente a las cargas uruguayas.

Esa situación ha comenzado a cambiar por el juego de diferentes factores. Incluyendo las mejoras en las comunicaciones regionales, las políticas de apertura económica de los países de la Cuenca del Plata y, sobre todo, la introducción del transporte intermodal y del contenedor.

Como resultado de la mayor integración, Montevideo atrae cada vez más embarques de contenedores en tránsito y, de esta manera, retorna en cierta forma, al papel que tuvo hace dos siglos: un puerto con una posición geográfica favorable que sirve al comercio marítimo de los demás países de la cuenca.

Este papel apareja importantes beneficios a nuestro país. En primer lugar, al actuar como puerto concentrador funciona como una exportación de servicios, lo que es un elemento altamente positivo, que nos viene muy bien. En segundo lugar, las cargas en tránsito aumentan el volumen de la demanda de transporte marítimo en el Puerto de Montevideo, lo que reduce los costos de los importadores y exportadores uruguayos. Finalmente, el mayor movimiento de cargas y buques genera una demanda por servicios adicionales, incluyendo los logísticos, que se mide en muchos dólares.


El País Digital - 16/6/09